En una época en la que proliferan multitud de profesionales dedicados a la rama de la salud mental, me gustaría recalcar la imperiosa de necesidad de elegir bien la persona encargada de atender nuestros problemas emocionales.
Vivimos en un mundo cada vez más inflacionado de sobrecargas, tensiones, crisis, enfrentamientos, incomodidades y adversidades de todo tipo, lo que ha repercutido severamente en una pérdida considerable del equilibrio personal, ese que nos sujeta cuando la tempestad azota con virulencia.
Ante esto, es cierto que se han normalizado diferentes técnicas de intervención psicológica, lo que supone una fantástica notícia, hemos conseguido dejar atrás falsos convencionalismos sociales que empañaban sobremanera la actuación de los profesionales de los servicios mentales. Pero como todo en la vida y especialmente en este campo, NO TODO VALE. Cuando el control de nuestra vida está en juego, he de asegurar lá mayor cantidad de variables de la partida que juego. Mi condición de persona humana con autoestima, seguridad en sí misma y amor propio está en liza. No me puedo permitir devaneos ni exquisitices con mi yo más profundo. Porque sin un yo sano, todo lo demás carece de sentido. La vida es mucho más sencilla de lo que pensamos, pero complicarla es el hábito más extendido de la raza humana.
Mi consejo es que valoremos la experiencia del profesional, hagamos un seguimiento de su trayectoria, busquemos la máxima información posible con respecto a su protocolo de actuación, consultemos referencias reales que nos aproximen a su método y sobre todo, que entreguemos nuestra absoluta disposición a colaborar con él a la hora de enferntarnos a un objetivo común, que es la mejora de nuestro estado emocional. El profesional pone la experiencia y la técnica, pero el paciente aporta el conocimiento más preciso de uno mismo, su experiencia de vida y el interés principal por esforzarse para voltear una situación desfavorable que le genera mucho sufrimiento.
Aún a riesgo de parecer viejuno, carca o trasnochado, en un mundo cada vez más inundado por la cantidad, me considero un firme defensor de un asesoramiento personalizado y de calidad, un firme partidario de llevar a cabo una profunda excavación en el universo personal del paciente, de una dedicación pormenorizada, vocacional y al servicio de la ciencia. Todavía quedamos algunos románticos de la psicología, esos que no olvidan lo viejo, lo de siempre, los valores fundamentales, mientras se actualizan cada día con lo nuevo, esos que absorben, ávidos de nuevos descubrimientos, las publicaciones de revistas especializadas, esos que no olvidan que el paciente antes que paciente es persona, esos que abogan por humanizar un mundo cada vez más comercializado, esos que creen firmemente que la vida es algo más que pandemias, crisis económicas, guerras o inflación... porque la catastrofización es tan barata y hace tanto daño, que uno olvida el presente más valioso de todos, ese que nos recuerda que vivir es la experiencia con más magia jamás inventada, una aventura que desde el principio de los tiempos fue un reto ( caza, recolección de alimentos, búsqueda de agua, asentamientos, protección de depredadores, condiciones climáticas extremas...). Y es que, la vida siempre fue difícil, muy difícil.... pero salimos adelante, como ayer, como hoy, como mañana, siempre salimos....porque no importa tanto lo que ocurre como la forma en la que nos enfrentamos a ello. Somos una colección de momentos, asume el pasado y no te dejes intoxicar por las expectativas futuras, goza el momento con todos tus sentidos, porque no hay más, no somos otra cosa, sólo puntos de vida en el AHORA. Un problema es el resultado de una mente agitada que piensa más que vive, por eso no resuelve. Una especie de estancamiento en un pensamiento sin recorrido. Tú estás por encima de todo eso. Mucho ánimo y feliz verano para todos.
JOSE ANTONIO FORMENT SANCHEZ, PSICÓLOGO CLÍNICO Y DEPORTIVO. PUERTO DE SAGUNTO. 690 659 430
