La distimia es un trastorno del estado de ánimo con síntomas similares a los de la depresión clínica pero más leves y más duraderos; de hecho, se trata de un estado depresivo crónico. Para ser diagnosticado, este trastorno ha de durar por lo menos dos años, pero es menos incapacitante que el trastorno depresivo mayor; por ejemplo, estas personas son generalmente capaces de ir a trabajar y realizar otras actividades de su vida diaria.
En el pasado, para definir a este trastorno se usaron expresiones como “personalidad depresiva” y se incluía dentro de la clasificación de los trastornos de personalidad aunque en la actualidad forma parte de los trastornos del estado de ánimo, como la depresión o es trastorno bipolar.
A menudo, estas personas pasan por fases en las que sus síntomas se agravan, llegando a padecer un episodio depresivo mayor.
- Estado de ánimo crónicamente triste casi todo el día y la mayor parte de los días durante al menos dos años (1 año en niños y adolescentes).
- Los síntomas no son tan graves e incapacitantes como en el trastorno depresivo mayor y, además del estado de ánimo triste, incluyen dos o más de los siguientes síntomas: pérdida o aumento del apetito, insomnio o hipersomnia, falta de energía o fatiga, baja autoestima, dificultades para concentrarse o para tomar decisiones y sentimientos de desesperanza.
Para realizar el diagnóstico es preciso que dichos síntomas hayan estado presentes de manera casi continua; concretamente, que no haya estado libre de síntomas más de dos meses.
Signos que pueden estar indicando la existencia de una distima:
Un pobre rendimiento en el trabajo o estudios
Retirada social
Timidez
Hostilidad irritable
Conflictos con familiares y amigos
Problemas de sueño
Anormalidades fisiológicas
Padres con depresión mayor
Al menos tres cuartos de las personas con distimia tienen otro trastorno psicológico adicional.
Trastorno depresivo persistente
Las actuales clasificaciones diagnósticas (DSM-V) han englobado la distimia y la depresión mayor crónica en un único trastorno al que han llamado trastorno depresivo persistente. En ocasiones, tras una depresión mayor, la persona no se recupera del todo, sino que entra en un estado similar al que hemos descrito al hablar de la distimia que se acaba convirtiendo en su estado de ánimo habitual. Cuando este estado se prolonga durante al menos dos años, se habla de trastorno depresivo persistente.
Dado que estos síntomas se han convertido en parte de la experiencia del día a día de estas personas, tienen a considerar que así es como son.
Este trastorno suele tener un inicio temprano, en la infancia, adolescencia o al principio de la edad adulta y, por definición, tiene un curso crónico.
Si crees que puedes padecer un trastorno depresivo persistente, deberías acudir a un psicólogo clínico, quien determinará el diagnóstico adecuado y te aplicará un tratamiento mediante psicoterapia que te ayudará a superarlo. Ten en cuenta que se trata de un trastorno crónico, lo que significa que, sin ayuda, podrías padecerlo durante muchos años o toda tu vida.
Muchas de estas personas no consideran que estén deprimidas sino que piensan que son así porque así han sido siempre y se sienten aliviadas al saber que se trata de un trastorno que se puede tratar. Es decir, aunque hayas sido así toda su vida, no tienes por qué seguir igual, sino que puedes cambiar. Desafortunadamente, la mayoría de las personas con este trastorno suelen consultar a los profesionales de la salud mental cuando aparece una depresión mayor, aunque la distimia puede conducir al alcoholismo o al suicidio por sí misma.
Durante el tratamiento, tu psicólogo puede aplicar diversas técnicas y estrategias. La terapia cognitiva, por ejemplo, se utiliza para modificar los pensamientos contraproducentes y auto-derrotistas que te llevan a ver el mundo, el futuro y a ti mismo/a de un modo negativo, pesimista y desesperanzador.
La terapia del comportamiento puede ayudar a estas personas a aprender cómo actuar para lograr un acercamiento "más positivo" a la vida y comunicarse mejor con los amigos, la familia, y los compañeros de trabajo.
En muchos casos, los síntomas son difíciles de reconocer y de clasificar. La mayoría de las personas con distimia acude solamente a su médico de cabecera, que puede diagnosticarlas erróneamente, sobre todo si las quejas son principalmente físicas, como el cansancio. Por tanto, si tienes sospechas, acude a un psicólogo, no a un médico.
Jose Antonio Forment Sanchez. Psicologo de Puerto de Sagunto