Con la terapia adecuada, estas personas pueden aprender a vivir una vida más libre de ansiedades y preocupaciones mediante el aprendizaje de una serie de habilidades y estrategias:
1. Enseñarle a afrontar adecuadamente situaciones difíciles y estresantes. Por ejemplo, aprender a verlas como retos y no como amenazas, aprender a buscar soluciones en vez de tener la mente bloqueada por pensamientos negativos que no solucionan el problema, aprender a pedir ayuda cuando sea necesario, aprender técnicas de solución de problemas, etc.
2. Dedicar tiempo sí mismos. Muchas de estas personas llevan una vida muy activa, siempre están ocupados y no tienen tiempo para ellos mismos, o bien anteponen las necesidades de otros a las suyas propias. Es importante ayudarlos a encontrar un equilibrio entre sus ocupaciones y sus necesidades de descanso. Tienen que aprender a dedicar una parte del día a sí mismos en vez de dedicar todo su tiempo al trabajo, a los demás, a sus tareas domésticas, etc.
3. Enseñarle a interpretar las situaciones de modo realista. Estas personas tienden a exagerar, a ser excesivamente perfeccionistas, a centrarse en lo negativo, etc. (por ejemplo, pensar: “si se retrasa es porque algo malo le ha pasado”, sin tener en cuenta otras alternativas como un atasco en carretera). Por tanto, es importante enseñarles a tener un pensamiento más constructivo.
4. Técnicas de relajación. Dada la gran tensión que tienen estar personas, la relajación se convierte en una parte muy importante de la terapia. Aprende alguna técnica de relajación y practica al menos unos 20 minutos al día. Otras técnicas como yoga o meditación también pueden servirte de gran ayuda si las practicas regularmente.
5. Técnicas de respiración. Las personas con ansiedad suelen tener tendencia a hiperventilar. Aprender a respirar correctamente y practicar varias veces al día es importante. Haz respiraciones profundas y lentas, inspirando por la nariz hasta llenar los pulmones de abajo arriba (como si empezaras llenando de aire el abdomen), retén el aire un momento y luego expúlsalo lentamente por la boca. Haz estos ejercicios cada vez que te acuerdes. Así te harás consciente de tu respiración y te darás cuenta de cuándo tu propia tensión te está ahogando.
Es posible que al principio, cuando intentes respirar profundamente, la propia tensión en tus músculos te haga temblar ligeramente o notes que te cuesta trabajo llenar tus pulmones, lo cual te mostrará la cantidad de estrés que padeces y cómo te afecta. Sin embargo, con un poco de práctica aprenderás rápidamente.