TRASTORNO PASIVO-AGRESIVO DE LA PERSONALIDAD

TRASTORNO PASIVO-AGRESIVO DE LA PERSONALIDAD

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La característica principal del trastorno pasivo-agresivo de la personalidad (TPAP) consiste en resistirse a los requerimientos externos, que suele ponerse de manifiesto con conductas de oposición u obstrucción, entre las que se encuentran el hecho de posponer tareas y decisiones, el trabajo mal realizado y el "olvido" de las obligaciones. Por lo general, estas personas tienen una historia de habilidades inferiores a las normales a nivel social y laboral.

Aunque estas características pueden observarse en muchas personas en un momento dado, en el TPAP constituyen una pauta de conducta inflexible y habitual que les trae problemas y frustra sus propias metas.
Además, estas personas no son asertivas y temen la confrontación con los demás. Así, cuando alguien les pide que hagan algo que no desean hacer, se sienten molestos por las exigencias externas pero son incapaces de negarse o discutir la exigencia para modificarla y adaptarla a sus gustos, y reaccionan con una provocación pasiva y enfadándose.
A estas personas también les fastidian e irritan las obligaciones en el trabajo o los estudios y perciben a las figuras de autoridad como injustas, dominantes y arbitrarias. En consecuencia, suelen culpar a otros de sus propios problemas sin darse cuenta de que su propia conducta es la que les está creando dificultades.
Además de oponerse a los requerimientos externos, los pasivo-agresivos suelen caracterizarse por su mal humor y pesimismo, pues se centran en los aspectos negativos de todo lo que les ocurre.
¿Cómo se comportan los pasivo-agresivos?
La conducta de oposición o resistencia pasiva que hemos descrito consiste en conductas como posponer tareas una y otra vez, hacer mal las tareas, bajo rendimiento laboral, "olvidar" a propósito ciertas cosas, etc.
La posposición de tareas, tan típica en estas personas, se debe a la idea de que ha de seguir la vía del mínimo esfuerzo, todo tiene que ser fácil y cómodo o de lo contrario es inadmisible u horrible.
Como no quiere arriesgarse a provocar consecuencias negativas por enfrentarse de un modo directo a esas situaciones, responde a los requerimientos rebelándose mediante los modos pasivos descritos. Por supuesto, sus conductas agresivo-pasivas, como no cumplir con sus obligaciones, hacerlas mal, etc. les traen consecuencias negativas, como puede ser una bronca de su jefe. Ante esto responde sintiendo ira hacia las figuras de autoridad. Esta ira puede expresarse a veces en estallidos, pero lo más habitual es que se exprese mediante medios pasivos e indirectos de venganza, como el sabotaje.
Por ejemplo, una paciente pasivo-agresiva se olvidó de acudir a una sesión de terapia. El terapeuta la llamó por teléfono para proponer otra cita dos días más tarde. Ella se enfureció por haber perdido la sesión y porque la siguiente no fuera inmediata y le dijo al terapeuta: "Iré si todavía estoy viva", colgando después bruscamente el teléfono.
¿Cómo piensan los pasivo-agresivos?
Nuestro modo de comportarnos está guiado por nuestros pensamientos e interpretaciones de la realidad. Los pensamientos de los pasivo-agresivos reflejan su negativismo y deseo de seguir la vía de la menor dificultad. Piensan que cualquier requerimiento de los demás es exigente e intrusivo, de manera que se resisten automáticamente y por sistema, en vez de detenerse a pensar si desean cumplir el requerimiento o no.
Buscan una interpretación negativa de la mayoría de los acontecimientos, centrándose en lo negativo incluso cuando los hechos sean neutros. En esto se diferencian de los pensamientos negativos de depresión. El deprimido se centra en pensamientos negativos de autodesprecio o en pensamientos negativos sobre el futuro o el ambiente, mientras que los pasivo-agresivos suponen que los demás no les aprecian o tratan de controlarlos. Se consideran unos incomprendidos.
Suelen insistir en que las cosas tienen que ser de cierto modo (del modo que ellos desean), de manera que no soportan que las cosas sean diferentes a como creen que deberían ser, lo cual da lugar a una baja tolerancia a la frustración.
Piensan que el conflicto abierto con otros es algo horrible y que provocará desaprobación o rechazo, de modo que no se atreven a enfrentarse a los demás y decir lo que piensan cuando están en desacuerdo. Por tanto, por un lado, le disgusta profundamente tener que someterse a las exigencias o demandas de los demás, pero, por otro lado, es incapaz de negarse de un modo directo o de afirmarse a sí mismo. Es decir, no desea el conflicto abierto, pero tampoco cumplir; no quiere seguir las instrucciones, sólo frustrar a los demás de un modo pasivo.
Considera que las reglas o normas son modos que tienen los otros de frustrarle y fastidiarle. No tiene en cuenta el hecho de que también a los otros se les pide que se atengan a las normas; tan solo percibe la situación desde su propio marco de referencia, y considera que se le trata de un modo injusto.
En parte como resultado de sus pobres habilidades laborales y sociales, desarrolla un modo de ver pesimista. Cree que la vida es miserable y se centra en los aspectos negativos de todo a su alrededor. Supone que es una víctima del destino. Incluso cuando le va bien, da por sentado que tendrá que ocurrir algo negativo.
 
Jose Antonio Forment Sanchez. Psicologo de Puerto de Sagunto.
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